Dominatriz es un término que se ha popularizado bastante en los últimos años. Muchos hombres disfrutan de ser dominados por mujeres, aunque algunos, por prejuicios, ocultan este fetiche.
El término dominatrix Forma parte del BDSM, un acrónimo que se refiere a diversas prácticas sexuales que incluyen sumisión, sadomasoquismo y otras. Todas estas prácticas son consensuadas y todo lo que se hará suele acordarse con antelación.
La historia de la dominatrix se remonta a miles de años. Textos antiguos mencionan la existencia de una mujer fuerte y dominante que obligaba a hombres y dioses a someterse a ella. Con el tiempo, este término se popularizó, pero la dominatrix, como profesional, surgió en los burdeles durante la Edad Media.
En el siglo XIX, las dominatrices cobraron fuerza en Europa. Existían establecimientos de prácticas de sumisión. Estos establecimientos eran distintos de los burdeles y se conocían como «Casas de Disciplina».
En el siglo XX, surgió la parafernalia utilizada para esta práctica. La ropa de goma, el cuero y otros objetos comenzaron a popularizarse, pero surgieron varios mitos en torno al tema.
La primera es creer que todas las dominatrices, o dommes como también se les llama, son acompañantes. La dominación puede implicar sexo o no. Muchas mujeres trabajan sin que el cliente pueda tocarlas.
Una dominatrix, domme o dominatrix es una mujer que se siente atraída por dominar física o psicológicamente a su pareja. A esta persona se le conoce como "sumisa".
En la comunidad BDSM, existen dos tipos principales de dominatrices: las primeras exploran sus fetiches con su pareja en momentos específicos. Las segundas asumen este rol dominante de forma permanente. Estas mujeres obligan a sus parejas a ser sumisas en todo momento; a veces, esta es la base de la relación.
Ser dominatriz requiere una comunicación cuidadosa con tu pareja. Esta y cualquier otra actividad debe realizarse con el consentimiento e interés de la otra persona, así que conviértelo en un principio.
Si estás leyendo este artículo, probablemente quieras empezar, si aún no lo has hecho. No siempre es fácil expresar lo que queremos, así que intenta sondear a la otra persona.
Muestra tu interés, ya sea mediante una conversación o lenguaje de señas. Observa cómo reacciona la otra persona y si le gusta la idea. Sugiere videos sobre la práctica, materiales para mostrar o cualquier otro recurso interesante.
La decisión se puede tomar conversando, pero hacer una lista puede ser muy útil. Decide qué está permitido y qué está prohibido. Después de todo, es importante saber si los involucrados disfrutan de un acto en particular o no, para que la experiencia no sea frustrante.
Cumplir un fetiche implica experimentar la situación sin juzgar. Trata los deseos de la otra persona con el debido respeto; después de todo, la sexualidad humana es muy amplia.
Ser dominatriz requiere mucha confianza. Concéntrate, toma el control y deja la timidez a un lado para demostrar la mujer que eres.
En lugar de centrarse en el sexo, aproveche la oportunidad para crear momentos agradables, que permitan hacer nuevos descubrimientos y juegos.
Los accesorios son una parte fundamental de la experiencia. Aprende a usarlos antes de empezar una sesión de dominación. Esposas, látigos, vendas y más pueden hacer las cosas aún más sensuales; sin embargo, siempre es mejor empezar con opciones más ligeras.
Una dominatriz necesita mostrar todo su poder, y su postura corporal lo dice todo. Mantente siempre erguida; el subconsciente de tu pareja sabrá que estás al mando.
Antes de comenzar una experiencia así, es importante acordar una palabra de seguridad con tu pareja. Esto ayudará a la sumisa si la dominatrix se excede.
En conclusión, tener fetiches es completamente común, y ser dominatriz, además de proporcionar placer, sirve como herramienta de liberación y autoconocimiento.
Sin comentarios